miércoles, 21 de septiembre de 2011

Felicidades


Hoy ha cumplido 100 años mi bisabuela Lina y hemos acudido todos a su casa para celebrarlo. Hay detalles que me gustaría comentar, ya que me han hecho reflexionar y me han enseñado cosas de la vida.

Jóvenes y viejos, trabajadores y estudiantes, todos hablábamos y debatíamos acerca de la economía, la política y, en general, de los problemas que afectan a nuestra vida cotidiana. ¿Dónde estaba mi bisabuela? De un lado para otro, ordenando la casa, limpiando lo que se ensuciaba, arreglando las flores que le habían regalado... no le importaba nuestra conversación. Ella estaba contenta de cumplir sus 100 años y nada podía sacarla de su inmensa felicidad. Ahí me dí cuenta de cuán inocentes somos aún los demás. Ella es, a sus 100 años, un ejemplo vivo de lo que es la vida: felicidad.

En cierto momento de la conversación, ella nos hizo callar y comenzó a repartir objetos que iban desde rosas de plástico hasta corazones de tela, cosas de poco valor material que, tras sus palabras, se convirtieron en verdaderas joyas, tesoros que seguro se atesorarán durante decenas de años:
"Te doy mi corazón, para que con
él llegues también a los 100 años"


Y yo, querida bisabuela, atesoraré estos momentos en mi corazón. No te puedo prometer que pueda llegar a los 100 años, lo que sí te prometo es vivir los que me quedan siguiendo tu ejemplo: buscaré la felicidad y atesoraré cada momento hasta que, cuando llegue a la vejez, pueda entregar mi corazón a las siguientes generaciones.

Felicidades.