martes, 19 de abril de 2011

El gato negro

Era de noche. Estaba lloviendo. Las gotas de agua podían verse caer iluminadas por la luz de las farolas y de los faros de los coches que circulaban por la calle. Bajo un todoterreno que había aparcado sobre la acera, un gatito negro de apenas unos meses de edad se refugiaba de la lluvia. El animalillo había nacido en la calle y desde el mismo momento de su nacimiento era un vagabundo.

Cesó la lluvia. El gatito negro salió de su escondite y miró la luna llena. Se dispuso a caminar hacia un callejón pasado frente a una anciana y notó que a la mujer se le ponían los pelos de punta, nuestro gatito pudo sentir la mirada de la anciana clavándose en él. Asustado, corrió a toda prisa hacia las sombras.

El callejón desembocó en otra calle y el gatito negro volvió a cruzarse con una persona, un hombre alto y de aspecto amenazador que caminaba a paso rápido. Sin embargo, en el momento en que ambos se cruzaron, el hombre se detuvo y miró al animal con la misma expresión que la anciana. Presa del pánico, el gatito negro huyó de nuevo.

Emprendió de nuevo su camino por una calle grande. Los coches pasaban con prisa por la carretera, pero a aquellas horas de la noche las aceras estaban vacías. Sólo una persona caminaba por allí, un adolescente que, al cruzarse con el gato, actuó de la misma forma que las dos personas con las que se había cruzado anteriormente. Tan asustado como molesto, el pequeño animal decidió esconderse cerca de unos contenedores, allí esperaba otro gato cuyo pelaje marrón claro quedaba favorecido por la luz de la luna.

- Hola, joven gato -le saludó con solemnidad.
- Hola. Me ha ocurrido algo muy extraño.

El gatito negro le contó al marrón sus encuentros con la anciana, el hombre y el adolescente. El gato marrón no parecía sorprenderse con la historia.

- No hay nada de raro en eso, lo que ocurre es que eres negro.
- ¿Y qué ocurre?
- Llevo mucho tiempo vagando por estas calles y siempre he visto a los humanos actuar de la misma forma cuando se encuentran con gatos negros, justo como tú has contado.
- ¿Pero porqué actúan así, qué tiene de malo ser negro?
- No lo sé, los humanos creen que das mala suerte.
- ¡Pero es absurdo! Yo sólo caminaba...
- No intentes buscarle una lógica. Son humanos.

Al día siguiente, el gatito negro intentaba evitar cruzarse con los humanos, pero siempre había algún despistado que se encontraba con él y ponía la misma cara de terror, aquella expresión que tanto dolor causaba en el pequeño corazoncillo del animal. Molesto por la reacción de siempre, el gatito negro decidió cruzarse con todos los humanos que pudiera. Así que caminó por la avenida, esperando cruzarse con cientos y cientos de humanos que, al verle, se asustarían como la anciana, el hombre y el adolescente.

La primera persona que vió fue una niña de 5 años, el gatito negro caminó hacia ella y al cruzarse... no ocurrió nada. Confuso, volvió a pasar por delante de ella y en aquella ocasión, la niña se acercó al animalillo y le acarició. El gatito negro acababa de aprender una gran lección.

1 comentario:

  1. Muy bien, me ha gustado.
    "No intentes buscarle una lógica. Son humanos." Me ha resultado deliciosa, esta frase, supongo que por la veracidad de su contenido.

    Saludos.

    ResponderEliminar